Este blog existe de manera casual, como las coincidencias, como la vida...¡oh dios mio, una rana!

lunes, 15 de abril de 2013

Destino o delirio.



Hoy me he guiado por el sentir. He hecho algo que jamás hubiera imaginado de mi misma pero mi cuerpo ha obligado a mi razón, mi mente ha quedado desbancada del poder en favor del grito de mis entrañas, me he dejado llevar y he aparecido 30 km más allá de donde debería estar. Iba conduciendo y los nervios por la proximidad del momento esperado me atenazaban el estómago e incluso hacían temblar mis manos y un miedo irracional me sugería la huída, pero lo hice.
Fui a un sitio al que se suponía que no debía ir y estuve con quien no debía estar porque el cuerpo me lo pedía.  Intente apelar al raciocinio y lo logré, una perfecta explicación englobó de pronto todo aquello para camuflar una verdad que yo ya conocía, era una acto irracional y peligroso pero la decisión ya estaba tomada.
No miento si digo que me temí a mi misma en algunos instantes, quizá esa descarada, irresponsable y egoísta emocional que habita lo más hondo de mi ser y que tan poco tiene que ver con mi forma de actuar ordinaria, salía a la luz y me convertía en algo que no deseaba ¿Estaba acaso fuera de control o eran miedos normales ante una situación inesperada y relativamente intensa? Sea como fuere ella no salió y yo seguí siendo yo misma y me comporté con la integridad que procuro adoptar como seña personal.

No puedo evitar albergar ciertas dudas ¿Podría haber sido diferente? ¿Era eso lo que realmente quería o tuve miedo? ¿Por qué todas estas preguntas me surgen a posteriori? No lo sé. Sólo sé que ayer fui valiente, escuché a mi cuerpo y dejé que las cosas fluyeran por sí mismas. Quizá todo podría haber sido diferente, quizá algo en mi interior, lo mismo que me obligó a hacer ese viaje, procuró también que todo sucediera de una manera concreta.  Puede. Probablemente así como mi subconsciente tomó la decisión  de ir, también tomó la decisión de volver como había ido, y yo fui un mero títere al son de lo ya fijado. Es posible que así funcionara el oráculo de Delfos y, aunque uno se empeñe en crear su propia suerte, sea únicamente  juguete de un destino ya establecido plagado de actantes esperando guión.
Y aquí estoy hoy, con un millón de preguntas menos una. Ya no tengo que preguntarme qué hubiera pasado.


3 comentarios:

Amelia dijo...

Si es que cuando leo algo tuyo me dejas tocada...

no me suele pasar, que lo sepas.


k. dijo...

Muchas gracias Amelia por tus visitas y comentarios. Eres la única viajera cibernética que se pasa por este rincón:) Siempre es un placer leerte y disculpa que no te contestara antes, no estoy versada en el ritmo bloguero ¡Estoy en ello! :D

Unknown dijo...

Por ahí dicen que el destino no existe, lo que existe es lo inevitable... Personalmente, cuando ese tipo de cosas ocurren, hay una cierta incomodidad que nace en mi interior, respecto a ese pasado, a esa pregunta con respuesta pero que racionalmente (o tal vez socialmente) trae consigo algunas implicaciones; siempre he sabido que soy inútil para ese tipo de efectos, pero el teatro debe hacerse. Sólo te comparto un poco de mi, en la serie de eventos que has descrito muy bien, nada más.